Miserias Literarias

Desgranando el agusanado mundillo editorial

24 septiembre 2006

Consultorio literario (III)

¿Puede esperar el autor novel que un escritor de éxito le ayude sólo por que éste último crea en la calidad del primero?

Normalmente se tiende a cometer el error de conceder a los escritores de cierto prestigio una serie de cualidades que realmente no poseen. Una de las más comunes es la capacidad de poder ayudar a escritores noveles o desconocidos en la publicación de sus obras. Si bien es cierto que un escritor célebre puede ayudar a abrir ciertas puertas, a recorrer ciertos senderos y a alcanzar determinados objetivos que, de otra manera, resultarían muy arduos de lograr, no debemos olvidar que la decisión última de publicar un libro siempre le corresponde al editor. Y esta decisión no siempre tiene porqué coincidir con la de dicho autor. Puede darse el caso —y de hecho se da con frecuencia— que una determinada obra pueda ser considerada como interesante por una persona y no serlo tanto para otra —por motivos literarios, comerciales o de cualquier otra índole—. Y al fin y al cabo, es el editor el que se juega su dinero.

Una vez expuesto esto, la respuesta a su pregunta es sí. Un autor asentado en el entramado literario puede ayudar —y de hecho se hace— a uno novel y puede hacerlo por los motivos más peregrinos. Por amistad personal, porque crea en la calidad y validez de su obra, por lo que sea. Y esa ayuda será de bastante utilidad pero debe quedar claro que dicha ayuda ni será determinante ni garantizará la publicación de la obra.

¿Un buen escritor y con éxito, si atraviesa un largo bache creativo, vende su alma al diablo y se lleva por delante a quien sea, incluida su honradez?

Esa es una pregunta capciosa, no digo que malintencionada, sino erróneamente planteada. Podría responderla al estilo gallego, con otra pregunta: ¿Un buen carnicero —o taxista, o camarero, o abogado—, si atraviesa un largo bache económico —o personal, o familiar—, vende su alma al diablo y se lleva por delante a quien sea, incluida su honradez? No hay una respuesta global y genérica. Cada quién es cada cuál. Dependerá mucho de cada persona, de su carácter y de su integridad moral. Independientemente de la profesión que ejerza. Y, por supuesto, esa actitud también se da entre los escritores.

¿Cuando dicen “se destruirán las obras no premiadas”, cómo lo hacen? (ya sé que es una pregunta tonta, pero al imaginarme el muro que se levantaría con tantos bloques de papel, no puedo imaginarme a un ordenanza rasgando y rasgando)

No existe una formula fija. Los métodos suelen ser variados en función de la importancia y los medios disponibles de la entidad convocante. El ayuntamiento de Somormujo de Abajo probablemente recicle el papel y reescriba sus propias notas en la cara no usada. Otros organismos disponen de máquinas de destrucción de documentos y un humilde bedel se encarga de pasarlas por la trituradora y convertirlas en confetti. Otras entidades de mayor calado suelen contratar empresas de reciclado de papel que recoge todas las obras en un palé y se las lleva para reconvertirlas en pasta de celulosa.

¿Por qué se percibe esa inquina de unos escritores para con otros?

Aunque en ocasiones ocurra, la animadversión no viene necesariamente dada por la relación escritor-escritor sino más bien por la relación persona-persona. La gente tiende a idealizar a aquellas figuras que admira, incluyendo a los escritores, y suele olvidar que somos personas como todos, con sus filias, sus fobias y su cuota de dignidades e indignidades. Y muchos somos más estúpidos, orgullosos, payasos o tontos de lo que aparentamos públicamente por muy óptimos que sean los resultados del desarrollo de nuestra faceta profesional. Al igual que hay desprecios y correspondencias tormentosas en las relaciones entre compañeros de otras profesiones —tenderos, oficinistas o camareros— ¿Por qué no habría de haberlas entre escritores? La principal diferencia la marca el hecho de que la de escritor es una profesión con un calado mediático que nos permite disponer de nuestra pequeña tribuna donde lanzar nuestros rencores de forma pública y que estos sean recogidos con cierta repercusión. Pero nada más.

¿De los escritores vivos, cuáles nos recomienda usted? (por favor, aquí incluya su nombre: en una lista de varios, no le va a descubrir nadie).

Ya lo hice en los comentarios correspondientes a la entrada titulada Los certámenes literarios (II). Y no. Mi nombre no está entre ellos.

¿Usted publicó la primera novela que escribió? Si no fue así, ¿con cual lo logró: la segunda, la tercera... y cómo fue el proceso?

No, no publiqué la primera novela que escribí. Y aún así, dentro de lo que cabe, tuve suerte. El primer texto que publiqué fue la cuarta novela que escribí y fue gracias a que con ella me erigí en ganador de un certamen literario de mediana relevancia. Ese hecho consiguió que, al presentar mi quinta novela a una editorial de cierto renombre, ésta le prestase la atención necesaria al texto hasta el punto de interesarse por su publicación. Con las dos novelas en la calle —una de ellas premiada— logré que una agencia literaria volviese a prestarme la suficiente atención como para aceptar representarme lo cual consiguió a su vez que dicha agencia llegase hasta donde debía de hacerlo para que una editorial de primera línea —con la que publico desde entonces— publicase mi quinta, mi sexta… And so on. Al final todo se reduce en hacer los meritos necesarios e incluirlos en tu currículum para que el siguiente en el escalafón se digne a prestarte la atención necesaria. Y tener fortuna. Por desgracia, no vale sólo con el esfuerzo personal. El factor suerte también es decisivo.

4 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Ha sido una agradable y muy placentera sospresa descubrir su bitácora. Espero poder seguir leyendole durante mucho tiempo.

25/9/06 11:33  
Blogger Mandarina dijo...

Buen blog, y muy interesante para los que aspiramos a publicar algún día. Gracias por compartir lo que sabe :D
Me costó encontrar su comentario en mi blog (estaba muy atrás) pero ya lo he contestado ;)
Un saludo.

25/9/06 15:00  
Anonymous Anónimo dijo...

Apreciado Prometeo;
Hace algún tiempo creé un blog en el que describía mis desventuras a la búsqueda de una editorial que quisiera publicar mi primera novela. Enumeré un sinfín de editoriales y agencias, así como sus a veces infumables respuestas. Descubro su blog con gran agrado. Es reconfortante conocer la experiencia desde dentro y constatar que lo que hasta ahora me he encontrado no es un hecho aislado, es lo que suele acontecer a todos los noveles.
En mi caso, he tenido la grandísima suerte de conseguir publicar con una modesta editorial que ha confiado en mi novela (por fin). Ahora bien, quizá éste sea el momento más delicado del proceso: ¿cómo lograr que se venda? ¿Cómo promocionarla? ¿Alguna sugerencia?

Gracias por orientarnos con este fantástico blog. Nos es de gran ayuda.

26/9/06 09:43  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado José:

La promoción eficaz y eficiente no dispone de ninguna fórmula precisa ni alquímica. De ser así, todas las editoriales no dudarían en emplearla y todas sus ediciones serían un éxito. Y nos consta a todos que no es así. A grosso modo y sin detenerme en los detalles, mi consejo que es que se mueva usted mucho. Muchísimo. Todo lo que pueda. Y un poco más. Incluso en los ámbitos más inimaginables —círculos literarios, prensa local, concejalía de cultura de la población donde habite, el amigo de un amigo que trabaja en Localia televisión, etc— Los dos puntales básicos en los que se apoya la promoción de un libro son el dinero y los contactos —o los contactos obtenidos a base de dinero— y si, como usted comenta, la editorial con la que ha publicado se encuadra dentro del rango de las modestas, gran parte de los beneficios obtenidos en el trabajo de promoción devendrán de lo que consiga usted por propia iniciativa peleando por su retoño. Ni más ni menos.

En una próxima entrada (probablemente la semana que viene) hablaré de las cuestiones promocionales. De cómo los grandes grupos editoriales compran —en el más literal sentido del término, es decir, «pagan por ello»— espacios de venta en grandes superficies y que estos se cotizan en función de su ubicación —zona de paso, proximidad a una caja de venta, etc—; de cómo se falsean las lista de los 10 más vendidos que vemos en los grandes centros (como, por ejemplo, El Corte Inglés) y de otras interesantes cuestiones. Tan sólo les pido un poco de paciencia al respecto

Un saludo,
Prometeo

PD: A los amantes de la «prensa del corazón» literaria: atentos a la entrada de mañana. Vamos a tratar de distender un poco el ambiente —no todo van a ser intervenciones reflexivas y sesudas— intercalando, de cuando en cuando, algún contenido etéreo, superfluo, banal y jugoso. Al fin y al cabo, no sólo de haute literature vive el hombre.

26/9/06 14:53  

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